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¿Cómo combatir el Burnout?

Claves para vivir en Balance y Bienestar Integral

Ricardo de la Herrán Moeller

Psicoterapeuta – Terapia Racional Emotiva Conductual

El burnout, un término que resuena en los pasillos de muchas empresas, es más que un cansancio profundo. Es un estado de agotamiento emocional, físico y mental, resultado de un estrés prolongado que puede dejar a cualquier empleado sintiéndose vacío y desmotivado, sobretrabajando para tratar de sacar las tareas y gruñendo por dentro de frustración. Si sientes que te encuentras en esta situación, es esencial reconocerlo y actuar.

El rostro del burnout

Hace unos años yo estaba muy emocionado por todos mis proyectos laborales, incluyendo uno donde hacíamos una obra de teatro novedosa porque no sólo era entretenida sino también educativa. Sin embargo, éste y otros proyectos se agregaban a los que ya llevaba día a día y terminaba frecuentemente trabajando demasiadas horas extras. Poco a poco fui desgastándome, y se fue añadiendo al desgaste laboral el personal: estaba llevando una demanda que tuve que hacer a una persona que me dejó de pagar una renta y para colmo, empecé a tener problemas importantes con mi pareja.

Cuando me di cuenta de que sentía alivio cuando me daba migraña, porque entonces me daba permiso de descansar, supe que estaba muy mal. Necesitaba demasiados cafés al día para medio funcionar. Se me olvidaban citas importantes, tareas urgentes y me sentía mal conmigo mismo por eso. Estaba como zombie y sólo quería que terminara el día y la semana para tirarme a la cama y dormir. Ya no estaba disfrutando mi trabajo, ni a mi familia. Estaba sufriendo mi vida.

El burnout, o síndrome de desgaste ocupacional, se caracteriza por tres elementos principales: una sensación constante de agotamiento físico, emocional y mental; actitudes negativas y distanciamiento de las actividades laborales y personales; y sentimientos de ineficacia y falta de logros. Pero no son sólo los sentimientos, el burnout puede reducir la productividad de las personas.

Señales de alerta

Síntomas del burnout

La primera señal de alerta es el agotamiento emocional. ¿Te sientes constantemente cansado, incluso después de un buen descanso? ¿Te cuesta concentrarte y te distraes fácilmente? Si la respuesta es sí, es posible que estés en la fase inicial. También es común experimentar sentirte muy negativo, donde te vuelves cínico o indiferente hacia tus colegas y tus tareas, haciendo todo en automático. Pregúntate: ¿me siento desconectado de mi trabajo?

Otro síntoma es la baja realización personal. Si sientes que no logras nada significativo y te criticas constantemente, estás en peligro de estar en burnout. Además, presta atención a tu cuerpo. Problemas recurrentes como dolores de cabeza, trastornos digestivos o insomnio son señales que no debes ignorar.

Las consecuencias del burnout no sólo afectan tu rendimiento laboral, sino también tu bienestar general. Puedes notar una disminución en la calidad de tu trabajo, así como desmotivación en tus actividades personales, irritabilidad, ansiedad, depresión y cambios de humor. También es común una tendencia a alejarte de los demás y perder interés en las relaciones interpersonales.

Caminos hacia la recuperación

Si has identificado que estás sufriendo de burnout, no estás solo, y hay pasos que puedes seguir para recuperarte. Has perdido el balance, pero lo puedes recuperar. Primero, investiga más y cobra mayor conciencia de cómo te sientes, cómo está afectando tu trabajo y tu vida y por qué llegaste a caer en burnout. ¿Cuáles fueron las conductas y actitudes que te llevaron a dejar de cuidar tu salud y tu equilibrio de vida y desgastar demasiado tu cuerpo? Nota si estás en el ciclo vicioso del burnout: trabajas de más, pero eres poco productivo y lo compensas trabajando más, lo cual te hace menos productivo. Pregúntate si es el tipo de vida que quieres tener y reflexiona cómo puedes ir creando una vida más equilibrada, más sana, más disfrutable.

Comprométete con este estilo de vida más saludable y balanceado que tú puedes construir. Prioriza tu recuperación haciendo cambios significativos e incorpora el autocuidado en tu vida diaria. Tu cuerpo está sobre estresado y sobre esforzado: lo más importante es bajar el estrés y darle espacios para que se recupere, en la forma de descansos productivos en el trabajo, momentos de respiración profunda a lo largo del día, tal vez incluso tomar un masaje o aprender mindfulness y meditación para relajarte.

Pasos para la recuperación

También es fundamental fortalecer tu cuerpo. Sobre todo, asegúrate de dormir bien. Si puedes moverte y hacer algo de ejercicio, es lo óptimo. Mantener una alimentación saludable te ayudará enormemente en tu recuperación. Reconecta con actividades que disfrutes y que te ayuden a desconectar del trabajo, y mantén una actitud positiva y agradecida.

A nivel laboral, evalúa tus cargas de trabajo. Organízate mejor y aclara tus prioridades. Nota si haces favores a compañeros de ayudarles con actividades que realmente no te corresponden y habla con ellos. Es momento de priorizarte a ti. Si es necesario, habla con tu líder sobre tus responsabilidades y busca ajustes si es posible. Establecer límites claros entre el trabajo y la vida personal es crucial; desconéctate fuera del horario laboral. También deja de darle vueltas a los temas laborales en tu cabeza fuera de tu horario laboral: ¡tu mente también necesita esas vacaciones y descanso! Si puedes organizar vacaciones para descansar, éste es el momento.

Si sientes que el problema es grave y te está costando mucho trabajo recuperarte, busca apoyo profesional. Un terapeuta puede ofrecerte herramientas específicas para manejar el estrés y la ansiedad y realizar el cambio de estilo de vida que necesitas.

Cada día puedes restar un poco de estrés y sumar un poco de descanso y recuperación. No es fácil, ¡pero vale la pena! Te irás sintiendo mejor poco a poco.

Las mieles del bienestar

Comprendí que necesitaba darme seis meses en “modo recuperación”. Era indispensable soltar proyectos que no eran esenciales, incluyendo mi favorito. Le expliqué mi situación a mi pareja y a mi hijo y les pedí apoyo para que me entendieran y ayudaran con el descanso urgente que necesitaba. Para mí fue clave hacer una relajación diaria después de comer para bajar mi estrés y darme 20 minutos de recuperación. Si estaba en casa me acostaba y ponía la alarma. Si estaba fuera procuraba hacerlo en mi consultorio o incluso en el coche. Prioricé descansar y relajarme.

También dejar de sobrepensar todo fue clave para estar más en el momento presente, voltear a ver el cielo más seguido y agradecer todas las bendiciones que tenía. Implicó bajarle trescientas rayitas a mi perfeccionismo y comprender algo fundamental –que ya soy perfecto, como todos lo somos, y que no tengo nada que demostrarle a nadie– ni siquiera a mí mismo.

Poco a poco fui recuperando mi energía, mi positividad y mis ganas de hacer cosas. Cuando me encontré bailando y cantando de nuevo en la regadera, me di cuenta que ya estaba del otro lado. Estaba feliz de sentirme yo de nuevo y disfrutar mi trabajo, a mi pareja, mi familia y mi vida. Tomó tiempo, pero logré recuperar el bienestar integral y mi vida en balance y aprendí para evitar que me pasara de nuevo.

Prevención: la mejor estrategia

La prevención del burnout es posible y puede ser un viaje transformador hacia vivir en balance y en bienestar integral duradero. Es fundamental redefinir tus prioridades y encontrar un mayor equilibrio entre el trabajo, la pareja, la familia, la salud, la vida social y las actividades recreativas.

Adopta hábitos y estrategias preventivas. Comienza por lo básico: cultivar hábitos saludables permanentes que nutran tu cuerpo y tu mente. Ya sabes cuáles, pero comprende que saberlo no es útil si no lo haces. Llena tu Guía de Ruta del programa Vive en Balance y realiza las 6 acciones sugeridas, dándole un seguimiento mensual que te permita celebrar tus logros y notar tus tropezones.

Evalúa tu estrés diariamente y practica herramientas efectivas para reducirlo. En lugar de ver el estrés como un obstáculo, míralo como un maestro que te enseña a adaptarte y a ser más fuerte. Rodéate de personas que te inspiren y te apoyen; las relaciones positivas son un antídoto poderoso contra el agotamiento. Asegúrate de tener hobbies y pasatiempos que te satisfagan y sean saludables.

Incorpora la actividad física en tu rutina diaria; un simple paseo puede ser revitalizante. Integra permanentemente en tu vida técnicas de relajación como la meditación, el mindfulness, o el yoga, que no sólo te ayudarán a gestionar el estrés, sino que también te conectarán contigo mismo.

En el trabajo, organiza tu día de manera que incluyas de cajón momentos de descanso y desconexión; cada pausa es una inversión en tu productividad y bienestar. Fomentar un ambiente colaborativo y positivo no sólo beneficiará a tu equipo, sino que también creará un espacio donde todos puedan prosperar. Establece límites saludables en el trabajo. Aprende a decir “no” cuando sea necesario, y prioriza tus tareas con sabiduría.

Evita el perfeccionismo, la obsesión y la competencia malsana, y celebra pequeños logros, practica la gratitud y busca la satisfacción y el disfrute diario. Mantén una actitud positiva, crea un estilo de vida enriquecedor que mantenga el estrés y el desgaste bajo control, y aprecia y disfruta la vida.

¡Tu bienestar es la clave para un rendimiento óptimo! Así que abraza este viaje hacia el equilibrio y la satisfacción, y conviértete en el arquitecto de tu propia felicidad en el trabajo.

Recuerda que “Tú eres la llave…”

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